Estuve recientemente en el acto de graduación de una persona conocida por quien siento un gran aprecio. Y por enésima vez pude apreciar la inmensa alegría que se deriva de un ambiente y unas circunstancias cargados con tanta energía positiva. Pero, en esta ocasión pude percibir algo nuevo, que quiero referir en este post. Pude apreciar la belleza de la alegría, y realmente es tan indescriptible la fuerza de esa emoción, que nunca antes me había percatado de la misma, y quiero que lean lo que descubrí. Estamos tan inmersos en lo material, que hay veces se nos nubla la "vista espiritual", que es aquel tipo de visión que nos permite apreciar la grandeza de los momentos y de las personas.
Primeramente, quiero enfatizar que esa hermosa emoción llamada alegría, realmente tiene una faceta de belleza. Se trata de una alegría muy espiritual, que está sazonada de satisfacción y gozo, ambos permanentes. Esa es la diferencia entre una persona alegre, y una persona con episodios alegres, que se comentará en las líneas siguientes. La persona con episodios alegres, aún no conoce la belleza de la alegría, y quiero invitar a reflexionar cómo conocer y experimentar esa bella condición espiritual.
El secreto de la belleza de la alegría, está en "ser feliz". He visto muchas personas, con "episodios" de alegría, pero que no son felices. Es que no es lo mismo un "episodio" de alegría, que una persona con la actitud de sentirse alegre; y eso sólo lo da la felicidad. Ejemplo, el hombre que recién separado de su cónyuge adorada, ríe con sus amigos en un entretenido juego de dominó, pero que realmente lleva una profunda nostalgia interna. Esa categoría de alegría, la cual también es positiva, no tiene la misma fuerza que se siente en la alegría de una graduación, donde la belleza de la alegría, está dada por la inmensa felicidad, que es tan desbordante, que hace olvidar cualquier pesar. Esa categoría de alegría, que la asemejo sólo con la que se experimenta en Navidad, es la que quiero desarrollar en este tema, para capturar toda su magia espiritual, conceptualizarla, y llevarla a la práctica cotidiana.
Quiero referir que la alegría puede ser opacada por la pesadumbre, la nostalgia, el rencor, la insatisfacción, que se manifiesta en sonrisas apagadas y desnutridas de entusiasmo. Ese tipo de alegría, no es contagiosa, no es bella. La alegría bella nace y se desarrolla en un corazón feliz.
"Ser feliz". "Ser feliz". "Ser feliz". Esa es la recompensa de quien aprendió el buen vivir. Esa es la llave para disfrutar de cada momento y que tanto apreciarán nuestros seres amados.
El objetivo de este post es reseñar que es muy importante, mantener la conducta de felicidad, la cual nos permite disfrutar alegremente de la vida, y de sus circunstancias. Hay factores que nos alejan de ella, como la ideología, el fanatismo religioso, la discriminación racial o sexual, etc. Porque buena parte de la felicidad está en aceptar a las personas tal cual son, sin importar color de piel, creencia religiosa o política, orientación sexual, etc.
La felicidad es la aureola de la belleza de la alegría, porque quien es feliz es alegre, pero no todo quien manifiesta alegría tiene felicidad interna, y trataré de exponer los alegatos que permitan visualizar esa diferencia aparentemente sutil. Para ello los invito a ver algunos detalles de esa belleza que caracteriza a la auténtica alegría, propia de personas felices.
Primer detalle a considerar: un rostro, que cuando su corazón es realmente FELIZ, expresa una sonrisa radiante y una mirada brillante y cautivadora. Esto le da a la persona una "imagen fresca". Quiero ejemplificar lo de la imagen fresca con la experiencia que he leído en entrevistas a artistas bellas y famosas, quienes cuando están en el escenario, muestran episodios de alegría para su público, pero internamente no lo sienten por ciertos problemas agobiantes. Una vez superados tales problemas, la artista inmediatamente refleja una imagen de regocijo, que al ser percibida por los periodistas de farándula, le preguntan la causa de esa imagen fresca, a lo cual la artista responde que es producto de una felicidad interna que problemas pasados le impedían disfrutar, pero que ha aprendido que lo más importante es sentirse feliz; y que yo aproveché para citar esa moraleja de vida que citan las artistas. La reflexión es: La persona feliz irradia alegría natural, y ésta se refleja en su rostro. La persona feliz se levanta sonriente y se acuesta sonriente, porque está enamorada de la vida, y de lo que la vida le ofrece. La persona feliz ha conocido el amor de Dios y lo aplica en su vida personal.
La belleza de la alegría se manifiesta en comportamientos como éstos: una espontaneidad desbordante, en entusiasmo, en optimismo, que lleva a la persona a querer compartirlos con los demás, y eso alegra a todos quienes están a su alrededor. Esa espontaneidad, ese entusiasmo, ese recíproco de compartir, se siente en una graduación, porque hay una sensación de "full satisfacción" que conlleva a tener esos comportamientos tan contagiosos, siendo las fotos de graduandos, unas de las de mayor emotividad que puedes ver. Y esa satisfacción del graduando se deriva de un logro personal, o de logros personales alcanzados por personas allegadas por motivos de trabajo o estudio. La lógica es que todo logro es producto de arduo esfuerzo, que llena de satifacción a la persona, y la hace sentir feliz y por tanto alegre.
La belleza de la alegría también se manifiesta en una imperturbable actitud positiva, que es permanente, y que por tanto no es un episodio temporal. La misma alegría lo hace ver todo positivo, y esto es lo que conlleva a adornar el rostro con cautivadoras sonrisas y miradas. Es que cuando hay alegría reinando en nuestro corazón, no hay espacio para resentimientos, ni ojos para ver lo feo de los otros o de las circunstancias, ni quejas por las cosas que salen mal o que no tenemos; es porque la alegria lo subsana todo: insisto, puedes tener episodios de alegría, pero si tu corazón esta cargado de resentimientos, se trata de una alegria opaca, temporal. Y, definitivamente hay alegria desbordante cuando hay amor desbordante, y esa es la sabiduría que esconde la belleza de la alegría: que como el amor es bello, y la alegría es una expresion del amor puro, pasa a tener la alegría esa sublime condición de belleza que se deriva del amor.
Hay gente que dice que la emotividad de la Navidad debería durar todo el año. Yo soy partidario de parafrasear ese sentimiento navideño, diciendo que la emotividad contagiosa de una graduación debería ser la característica permanente en las relaciones interpersonales, que se traduciría en una sana y contagiosa actitud alegre, entusiasta, optimista, positiva, propias de una graduación. Quiero dejar claro, que la emotividad de una graduación me enseñó lo que yo aquí conceptualicé como la belleza de la alegría, la cual insisto nuevamente, es la característica espiritual que diferencia a una persona con episodios de alegría, y una persona cuya personalidad es auténticamente alegre. En el corazón de un graduando sólo puede haber felicidad, y por eso explota en una alegría entusiasta, cargada de satisfacción y gozo. La felicidad no debe ser un mero episodio de vida, debería ser la mancha que entinte todos nuestros días.
Algo que siempre me han gustado son los discursos que los padrinos de graduación suelen dar. Porque van cargados con palabras que arengan a enfrentar la vida con entusiasmo y optimismo. Son discursos que reflejan la eterna verdad que el esfuerzo realizado para llegar alli, no debe cesar, sino que debemos sumar otros esfuerzos para sumar otros logros. Y, es una verdadera lástima, que al salir del recinto, y llegar el siguiente dia, todo pasa al olvido. Por favor, tomen con mayor reflexión, compromiso y sentido de practicidad, las palabras de esos discursos. Apliquenlas en sus vidas.
Asume cada nuevo día, como si te estuvieras graduando en la exitosa carrera de vivir con dignidad y decencia, para que puedas experimentar esas actitudes positivas hartamente descritas en todo el desarrollo de este artículo, y que espero te halla dejado una visión positiva y entusiasta de la vida, de las circunstancias, de las personas y de Dios.
Primeramente, quiero enfatizar que esa hermosa emoción llamada alegría, realmente tiene una faceta de belleza. Se trata de una alegría muy espiritual, que está sazonada de satisfacción y gozo, ambos permanentes. Esa es la diferencia entre una persona alegre, y una persona con episodios alegres, que se comentará en las líneas siguientes. La persona con episodios alegres, aún no conoce la belleza de la alegría, y quiero invitar a reflexionar cómo conocer y experimentar esa bella condición espiritual.
El secreto de la belleza de la alegría, está en "ser feliz". He visto muchas personas, con "episodios" de alegría, pero que no son felices. Es que no es lo mismo un "episodio" de alegría, que una persona con la actitud de sentirse alegre; y eso sólo lo da la felicidad. Ejemplo, el hombre que recién separado de su cónyuge adorada, ríe con sus amigos en un entretenido juego de dominó, pero que realmente lleva una profunda nostalgia interna. Esa categoría de alegría, la cual también es positiva, no tiene la misma fuerza que se siente en la alegría de una graduación, donde la belleza de la alegría, está dada por la inmensa felicidad, que es tan desbordante, que hace olvidar cualquier pesar. Esa categoría de alegría, que la asemejo sólo con la que se experimenta en Navidad, es la que quiero desarrollar en este tema, para capturar toda su magia espiritual, conceptualizarla, y llevarla a la práctica cotidiana.
Quiero referir que la alegría puede ser opacada por la pesadumbre, la nostalgia, el rencor, la insatisfacción, que se manifiesta en sonrisas apagadas y desnutridas de entusiasmo. Ese tipo de alegría, no es contagiosa, no es bella. La alegría bella nace y se desarrolla en un corazón feliz.
"Ser feliz". "Ser feliz". "Ser feliz". Esa es la recompensa de quien aprendió el buen vivir. Esa es la llave para disfrutar de cada momento y que tanto apreciarán nuestros seres amados.
El objetivo de este post es reseñar que es muy importante, mantener la conducta de felicidad, la cual nos permite disfrutar alegremente de la vida, y de sus circunstancias. Hay factores que nos alejan de ella, como la ideología, el fanatismo religioso, la discriminación racial o sexual, etc. Porque buena parte de la felicidad está en aceptar a las personas tal cual son, sin importar color de piel, creencia religiosa o política, orientación sexual, etc.
La felicidad es la aureola de la belleza de la alegría, porque quien es feliz es alegre, pero no todo quien manifiesta alegría tiene felicidad interna, y trataré de exponer los alegatos que permitan visualizar esa diferencia aparentemente sutil. Para ello los invito a ver algunos detalles de esa belleza que caracteriza a la auténtica alegría, propia de personas felices.
Primer detalle a considerar: un rostro, que cuando su corazón es realmente FELIZ, expresa una sonrisa radiante y una mirada brillante y cautivadora. Esto le da a la persona una "imagen fresca". Quiero ejemplificar lo de la imagen fresca con la experiencia que he leído en entrevistas a artistas bellas y famosas, quienes cuando están en el escenario, muestran episodios de alegría para su público, pero internamente no lo sienten por ciertos problemas agobiantes. Una vez superados tales problemas, la artista inmediatamente refleja una imagen de regocijo, que al ser percibida por los periodistas de farándula, le preguntan la causa de esa imagen fresca, a lo cual la artista responde que es producto de una felicidad interna que problemas pasados le impedían disfrutar, pero que ha aprendido que lo más importante es sentirse feliz; y que yo aproveché para citar esa moraleja de vida que citan las artistas. La reflexión es: La persona feliz irradia alegría natural, y ésta se refleja en su rostro. La persona feliz se levanta sonriente y se acuesta sonriente, porque está enamorada de la vida, y de lo que la vida le ofrece. La persona feliz ha conocido el amor de Dios y lo aplica en su vida personal.
La belleza de la alegría se manifiesta en comportamientos como éstos: una espontaneidad desbordante, en entusiasmo, en optimismo, que lleva a la persona a querer compartirlos con los demás, y eso alegra a todos quienes están a su alrededor. Esa espontaneidad, ese entusiasmo, ese recíproco de compartir, se siente en una graduación, porque hay una sensación de "full satisfacción" que conlleva a tener esos comportamientos tan contagiosos, siendo las fotos de graduandos, unas de las de mayor emotividad que puedes ver. Y esa satisfacción del graduando se deriva de un logro personal, o de logros personales alcanzados por personas allegadas por motivos de trabajo o estudio. La lógica es que todo logro es producto de arduo esfuerzo, que llena de satifacción a la persona, y la hace sentir feliz y por tanto alegre.
La belleza de la alegría también se manifiesta en una imperturbable actitud positiva, que es permanente, y que por tanto no es un episodio temporal. La misma alegría lo hace ver todo positivo, y esto es lo que conlleva a adornar el rostro con cautivadoras sonrisas y miradas. Es que cuando hay alegría reinando en nuestro corazón, no hay espacio para resentimientos, ni ojos para ver lo feo de los otros o de las circunstancias, ni quejas por las cosas que salen mal o que no tenemos; es porque la alegria lo subsana todo: insisto, puedes tener episodios de alegría, pero si tu corazón esta cargado de resentimientos, se trata de una alegria opaca, temporal. Y, definitivamente hay alegria desbordante cuando hay amor desbordante, y esa es la sabiduría que esconde la belleza de la alegría: que como el amor es bello, y la alegría es una expresion del amor puro, pasa a tener la alegría esa sublime condición de belleza que se deriva del amor.
Hay gente que dice que la emotividad de la Navidad debería durar todo el año. Yo soy partidario de parafrasear ese sentimiento navideño, diciendo que la emotividad contagiosa de una graduación debería ser la característica permanente en las relaciones interpersonales, que se traduciría en una sana y contagiosa actitud alegre, entusiasta, optimista, positiva, propias de una graduación. Quiero dejar claro, que la emotividad de una graduación me enseñó lo que yo aquí conceptualicé como la belleza de la alegría, la cual insisto nuevamente, es la característica espiritual que diferencia a una persona con episodios de alegría, y una persona cuya personalidad es auténticamente alegre. En el corazón de un graduando sólo puede haber felicidad, y por eso explota en una alegría entusiasta, cargada de satisfacción y gozo. La felicidad no debe ser un mero episodio de vida, debería ser la mancha que entinte todos nuestros días.
Algo que siempre me han gustado son los discursos que los padrinos de graduación suelen dar. Porque van cargados con palabras que arengan a enfrentar la vida con entusiasmo y optimismo. Son discursos que reflejan la eterna verdad que el esfuerzo realizado para llegar alli, no debe cesar, sino que debemos sumar otros esfuerzos para sumar otros logros. Y, es una verdadera lástima, que al salir del recinto, y llegar el siguiente dia, todo pasa al olvido. Por favor, tomen con mayor reflexión, compromiso y sentido de practicidad, las palabras de esos discursos. Apliquenlas en sus vidas.
Asume cada nuevo día, como si te estuvieras graduando en la exitosa carrera de vivir con dignidad y decencia, para que puedas experimentar esas actitudes positivas hartamente descritas en todo el desarrollo de este artículo, y que espero te halla dejado una visión positiva y entusiasta de la vida, de las circunstancias, de las personas y de Dios.
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