Al vivir en un país donde disfrutas del invalorable tesoro de la libertad, sabes muy bien lo delicioso que es poder elegir lo que te gusta, desde comidas, ropas, amigos, autoridades civiles, destinos de viaje, etc. Pero, ¿puedes elegir todo?. Es que hay algo donde no sólo no podemos elegir, sino que además nosotros somos el objeto elegido. Me da algo de humor el adivinar que no me entiendas, lo cual es parte de la sazón de cualquier texto, pero si sigues la lectura sabrás a qué me refiero, y creo que luego degustarás de unas exquisitas reflexiones.
Algunos lo llaman Cupido, incluso lo ven en la fábula de un angelito que flecha los corazones. Bueno, todo parece bien, excepto por el hecho de que es una fábula. El problema está en que a veces, dicho angelito parece disparar sus flechas en personas muy dispares en sus sentimientos, que luego serán víctimas de irreconciliables incompatibilidades.
¡Ya adivinaste!, sí me refiero exactamente a una realidad emocional muy lamentable en algunas parejas, y muy agradable en otras parejas, que la puedo resumir en las siguientes palabras:
"Tú no escoges la persona amada, es el amor quien te escoge a tí, para amar a esa persona, y te hace entender aquello de que el amor es ciego".
¿Por qué lo digo?. La razón es muy sencilla: no has escuchado a personas que se lamentan porque hicieron "la elección equivocada" en la pareja que comparte sus vidas.
Pero sucede que el problema real, no es que hiciste una elección equivocada, el verdadero asunto es que has elegido por comportamientos egoístas, innobles, inmaduros, que te han imposibilitado el poder compartir a plenitud con tu pareja. Hechas la culpa a la "ceguera del amor" para justificar tus inmadureces (este argumento RIDÍCULO lo he escuchado muchas veces), y la realidad de fondo, es que el ciego (o la ciega) eres tú, al no sentarte a meditar con calma los sacrificios de ego que debes hacer para mantener una relación.
Porque cuando te casaste, ya sabías del humor de tu pareja, y luego no vengas a decir que ahora no lo soportas, cuando el verdadero asunto es asumir con madurez y responsabilidad el compromiso de elegir pensamientos y acciones que puedan conducir a tolerar lo que no nos agrada de nuestra pareja.
El caso puede ser otro. Y es cuando ya casado descubres que tu pareja tiene unos comportamientos que te son difíciles de aceptar. Pero ¿habrá algo imposible cuando existe verdadero amor?.
Voy a ilustrar todo lo hasta ahora expuesto con un caso verídico. Un amigo me comentó que la lección más dura de su vida la aprendió de su esposa. Me comentó que una vez casados se le hizo muy difícil la convivencia a su esposa, por su vicio por el alcoholismo, ya que el mismo reconocía que "bebía como un cerdo", es decir, su embriaguez le transformaba su personalidad en una persona asquerosa y detestable. ¿Qué hizo la esposa?. Sucede que como ya tenían dos niños, y ella quería dar una oportunidad al matrimonio, le dió un ultimátum: "o escoges la bebida o escoges tu familia", y ¡qué situación tan apremiante!.
Se hace interesante la narración, porque ante un ultimátum semejante se requiere mucha ponderación en cuanto a nuestra respuesta. Mi amigo decidió por la familia, y luego de pasado el tiempo prudencial que le pidió a la esposa mientras se desintoxicaba de ese vicio, pudo rescatar su hogar y aprender una lección: "si es posible hacer cosas en beneficio mútuo de la relación de pareja, y que puede implicar sacrificios".
Mi amigo tomó una Elección crucial, que fue luchar contra el alcoholismo y vencerlo. Su esposa también tomo una elección crucial: no le agradó descubrir que su pareja estaba tan dominada por el alcoholismo, pero decidió elegir por mantener el matrimonio e hizo lo ya expuesto. Los humanos no somos robots insensibles, porque tenemos sentimientos pero también dignidad, y nuestras conductas egoístas atentan a veces contra la dignidad de nuestra pareja, y no podemos aspirar a que ella lo aguante como un robot, lo cual significa que debemos ser comprensivos y receptivos a las actitudes y reacciones de nuestra pareja ante nuestras acciones.Me decidí por este tema, porque ya he escuchado muchas veces aquello de que el corazón es ciego ante el amor, y a veces es el corazón y no nosotros quienes caemos ante los designios de la flecha de cupido. El problema lo veo es cuando oigo la inmadurez de basarse en la ceguera del amor inicial, para justificar la ceguera de acciones que destruyen un matrimonio.
Repito: tú puedes elegir las mejores formas de compartir felizmente con tu pareja, y si algo de tu pareja no te gusta, puedes "ELEGIR" cómo sobrellevar esa circunstancia. Puedes elegir excluir para siempre de tu vida a tu pareja, que es la solución más fácil. Pero puedes elegir el diálogo y la concertación con tu pareja, que es la solución más difícil, porque luchas contra tus inmadureces y tu egoísmo, para tratar de relacionarte como pareja con tu cónyuge.
Es cierto que no elegimos nuestra pareja. Hay mujeres que siempre gustaron de hombres altos, y "eligieron" para marido a un hombre bajito, ¿o fue el amor quien se impuso allí?. Hay hombres que deliraban casarse con una bella rubia, y sucede que su corazón quedó atrapado por una linda negrita, ¿o fue el amor quien se impuso allí?.
Y conforme no elegimos nuestra pareja, porque el amor llega cuando menos lo esperamos y en la persona que menos pensábamos, tampoco elegimos la "cajita de virtudes" que debería tener nuestra pareja para poder convivir con ella.
Así que la reflexión de este post es invitar a las parejas a ver con calma el cuadro de dificultades que afecta su matrimonio, y no elegir la salida fácil de la separación, sin antes haber hecho la elección de estudiar las mejores maneras para rescatar lo que se inició como una hermosa relación. No soy amigo de la idea del divorcio, más si lo soy de la idea de mantener a flote la bendición que recibimos de Dios en el matrimonio, y a mí me ha tocado luchar con mis inmadureces para mantener el regalo de Dios representado por mi familia, y por saber que no es fácil, lo escribo para bien de las parejas que lean este post.
Nuestro mayor obstáculo en nuestras relaciones familiares, no es nuestro cónyuge o nuestros hijos, sino nuestro Ego, al que tenemos que aprender a someterlo "eligiendo" aquellas actitudes que convengan al beneficio recíproco por encima de intereses egoístas.
Recuerda que para consultar sobre mis recientes publicaciones en éste y en mis otros blogs, puedes hacerlo consultando en mi twitter @blogsdeangelpaz. Gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario