Sin mencionar e
l nombre del programa televisivo, llama la atención un "enlatado" de gran audiciencia, donde el juego es formar parejas, luego de intercambios de opiniones y juegos entre los participantes. La atención la vamos a fijar en una opinión muy recurrente que se observa en los participantes "a formar parejas" (?), y es ésta: si cuando una pareja se casa, luego descubre que el otro "no es bueno haciendo el sexo", pues la solución es, o buscar el escape de la infidelidad, o tramitar el divorcio. ¡INCREIBLE". ¡Aunque ud. no lo crea!.
La reflexión es ésta: qué buscan las parejas en el matrimonio: ¿sexo o amor?. Quiere decir que el sexo tiene la suficiente fuerza como para pasar por encima del amor. Si ese es el caso, pues hay que defender la contracorriente: es decir, potenciemos con fuerza al amor, de forma tal que pueda abrigar al mismo sexo. El corazón humano es muy grande para dar y recibir amor, para abrazar los sentimientos del otro.
Parece carecer de importancia una situación como la descrita en la introducción. Pero, ¿cómo se funda una sociedad con sólidos cimientos familiares, cuando el sexo es lo único importante?. No hay qu
e tener amplios conocimientos de Sociología o de Psicología, para aterrizar en la conclusión de que el patrocinio de ideas y conductas semejantes a la ya descrita, pues sólo pueden conducir al caos. Sólo pensemos: ¿cuánto se afecta la productividad de un trabajador que enfrenta problemas familiares?. ¿Cuánto afecta el desarrollo psicológico de un niño cuyos padres atraviesan el canal del divorcio?. ¿Cuánto cuestan a la sociedad los litigios legales de divorcio?. ¿Cómo queda la credibilidad de la creencia cristiana que reza: "sólo la muerte los separe"?.
Y, por supuesto, no puede quedar por fuera la reflexión del Estado ante una situación como esa. Porque: ¿Qué debería hacer un Estado responsable, en materia de preservación de principios éticos "elementales", ante un relajo así?. Incluso, la misma autoridad eclesiástica, peca por complaciente.
La última reflexión. No es estar contra el sexo. No. ¡Jamás!. Porque el placer del sexo es único e insustituible, y todos lo anhelamos. Pero: tampoco es quedar mudos e irreflexivos, a patrones éticos que lesionan la sana construcción de una sociedad. Es que todo, sea una página de blog, un artículo de prensa, un programa televisivo, etc., de una forma u otra contribuye en el desarrollo de una sociedad.

La reflexión es ésta: qué buscan las parejas en el matrimonio: ¿sexo o amor?. Quiere decir que el sexo tiene la suficiente fuerza como para pasar por encima del amor. Si ese es el caso, pues hay que defender la contracorriente: es decir, potenciemos con fuerza al amor, de forma tal que pueda abrigar al mismo sexo. El corazón humano es muy grande para dar y recibir amor, para abrazar los sentimientos del otro.

Parece carecer de importancia una situación como la descrita en la introducción. Pero, ¿cómo se funda una sociedad con sólidos cimientos familiares, cuando el sexo es lo único importante?. No hay qu

Y, por supuesto, no puede quedar por fuera la reflexión del Estado ante una situación como esa. Porque: ¿Qué debería hacer un Estado responsable, en materia de preservación de principios éticos "elementales", ante un relajo así?. Incluso, la misma autoridad eclesiástica, peca por complaciente.

La última reflexión. No es estar contra el sexo. No. ¡Jamás!. Porque el placer del sexo es único e insustituible, y todos lo anhelamos. Pero: tampoco es quedar mudos e irreflexivos, a patrones éticos que lesionan la sana construcción de una sociedad. Es que todo, sea una página de blog, un artículo de prensa, un programa televisivo, etc., de una forma u otra contribuye en el desarrollo de una sociedad.
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